jueves, 10 de octubre de 2013

La luz y la fuerza de Tosco

Miradas al Sur. 
Año 6. Edición número 281. Domingo 06 de Octubre de 2013
Por 
Eduardo Anguita
Algunos lo llaman Héctor y otros, Agustín. En rigor, Agustín Tosco tuvo dos hijos, Malvina y Héctor Agustín. Este es un calco del padre, un poco más rubión y no tan alto. Trabaja en la Empresa Provincial de Energía de Córdoba (EPEC), como lo hizo el padre. Se recibió de ingeniero en la UTN, mientras que su padre había estudiado un colegio técnico. Hace pocos días, el viernes 27 de septiembre, en la mítica sede del Sindicato de Luz y Fuerza de Córdoba, se llevó a cabo un acto de homenaje a los 60 años de la primera edición deElectrum, el periódico obrero que comenzó a salir cuando Tosco fue elegido prosecretario general del gremio. El Gringo, como todos lo llamaban, tenía apenas 23 años y firmó un artículo en ese número inaugural. “Este es el primer número de Electrum. Nace puro, limpio, amasado por fuertes y dignos brazos laboriosos, ideado por altivas y sinceras mentes laboriosas”, empezaba. Eran tiempos en que la inmensa mayoría de los trabajadores eran peronistas. Los dirigentes sindicales comunistas, en la mayoría de los casos, eran abiertamente antiperonistas. Tosco tuvo, desde joven, formación marxista y fue elegido por sus compañeros. En los primeros años de Electrum, las fotos de Perón y Evita, así como el fervor por las conquistas obreras, convivían con la apertura a otras tradiciones proletarias, como las que profesaba Tosco. Lo más elocuente de cómo convergían las miradas es ese primer número de la revista obrera: una foto de Perón ocupaba la mitad de la portada, debajo de la cual, de puño y letra, el General se la dedicaba “al amigo Cristóbal Sierra”, a la sazón secretario general del gremio. En la página 2, al lado del editorial de Tosco, una foto de la extinta Eva Perón llevaba un textual de la abanderada de los pobres. Adentro, además, había un extracto de “la energía eléctrica en el Segundo Plan Quinquenal”. Un detalle no menor para los que suelen perderse en abstracciones teóricas: una página entera de la revista estaba dedicada a rendir las cuentas detalladas de los ingresos y gastos del gremio, con la firma de las autoridades y de la comisión “revisadora” de cuentas. Al lado, un lema abundaba: “Cualidad del buen dirigente gremial, honestidad y lealtad hacia los trabajadores que representa”. Evidentemente, lo que abunda no sobra.

Apunta James Brennan en su libro El cordobazo: “En la década del cincuenta, Córdoba se convirtió en el centro de un nuevo tipo de desarrollo industrial en América latina, caracterizado por tasas extremadamente rápidas de crecimiento pero concretado en un solo sector industrial tecnológicamente complejo”. La referencia es a la industrial aeronáutica y mecánica, sustitutiva de importaciones, que a su vez precisaba de mucha energía eléctrica. A su vez, ésta había sido iniciada por el gobernador radical Amadeo Sabattini, gran impulsor de la obra pública, en los años treinta y tomaba un gran impulso con la creación de la EPEC en pleno peronismo (1953). Esa empresa provincial nacía entonces con una cantidad de tonalidades que la acompañaron siempre: trabajadores públicos, de altas calificaciones y buenas remuneraciones, estrechamente vinculados a la conducción técnica y administrativa. Y ese joven larguirucho, de acento piamontés pese a ser nacido en Coronel Moldes –un pueblo pequeño de agricultores del sur de Córdoba– formó parte de la matriz de la EPEC y de la identidad política de sus trabajadores. Con el correr de los años, Tosco no solo fue el secretario general del gremio sino que formó parte de una de las experiencias nacionales más importantes de la historia reciente del movimiento obrero argentino. En efecto, en 1968 llegó en tren a Buenos Aires para participar del congreso normalizador Amado Olmos que colocó al gráfico Raimundo Ongaro al frente de la CGT de los Argentinos y que contó con una cantidad de delegados obreros que votaban un programa verdaderamente transformador proclamado el 1º de mayo de ese año ’68, en plena dictadura de Onganía. Un periódico daba cuenta de esa realidad y su director era nada más y nada menos que Rodolfo Walsh.
El Cordobazo hubiera sido imposible sin el protagonismo de los trabajadores mecánicos y metalúrgicos, no solo por el peso numérico, sino también porque esos trabajadores se sentían conducidos por la regional Córdoba de la CGT de los Argentinos, que tenía a Tosco como una figura descollante. Y porque Ongaro había ido personalmente a Córdoba ante la convocatoria al paro. Con los dirigentes a la cabeza –se machacaba– o con la cabeza de los dirigentes. Las jornadas del 29 y 30 de mayo de 1969 dejaron muchas enseñanzas y también muertos y presos. Tosco fue uno de ellos. El fin de la dictadura de Lanusse, en mayo de 1973, le permite al movimiento obrero cordobés redoblar esa apuesta de amplitud y convergencia del peronismo y la izquierda comprometidos con los intereses populares. Así, la CGT regional era conducida por el colectivero Atilio López, electo vicegobernador, y por Tosco. López secundaba al gobernador Ricardo Obregón Cano y fueron víctimas de un golpe de Estado provincial a fines de febrero de 1974, desalojados por la derecha sindical en alianza con bandas paramilitares y la mismísima policía provincial. Tan sólo nueve meses de democracia plena. El 16 de septiembre, de viaje en Buenos Aires, López era secuestrado por la Triple A y acribillado brutalmente. Los sindicatos combativos eran intervenidos, entre ellos Luz y Fuerza. Así, el Electrum salió desde la clandestinidad, con una impresión rústica pero mostrando que no los luzyfuercistas no bajaban la guardia. Esa edición era el número 470 y en todas ellas siempre estaba el sello editorial de Tosco. Se llamó “Aquí estamos”. El Gringo tenía 44 años, 25 de los cuales llevaba en la EPEC. Transcurría a partir de entonces el último año de su intensa y deslumbrante, pero corta vida. En ese año de clandestinidad, una enfermedad infecciosa lo dejó en un precario estado de salud hasta que murió, un 5 de noviembre de 1975.
Este pasado viernes 27 de septiembre, Héctor Agustín Tosco pasó varias horas sentado junto a su esposa Mabel en la primera fila del salón de actos Agustín Tosco del sindicato, escuchando atentamente a todos los oradores. El acto fue presidido por el secretario general del gremio, Gabriel Suárez, un dirigente formado en el peronismo que se nutrió de la doctrina tosquista. Dicho en términos futboleros, un jugador que puede patear con las dos pies, sin que esto sea con la izquierda y la derecha. Suárez está al frente de una conducción colectiva que repite hasta el cansancio que tienen el orgullo de que la EPEC nunca fue privatizada. Una rareza en la Argentina pero que entre las causas principales, quizás la excluyente, está que trabajadores nunca aceptaron la privatización. Suárez, en este homenaje a los sesenta años del periódico obrero hizo subir al estrado a quienes hicieron historia en Electrum.
Llegó el turno de Héctor Agustín, quien en vez de hablar prefirió leer nada menos que el editorial que su padre había escrito para ese número emblemático del 20 de diciembre de 1974. Arrancó con fuerza y la figura del Gringo, sin duda, lo iluminaba: “No es casualidad que Electrum pueda editarse nuevamente. En este formato especial circulará entre los trabajadores de Luz y Fuerza y será distribuido a otros sindicatos, organizaciones políticas, estudiantiles y sociales. Decimos que no es casualidad sino el resultado de un esfuerzo sostenido y sistemático, de un vibrante entusiasmo, de una actitud conciente de los compañeros que están dispuestos a continuar la lucha para recuperar el sindicato y defender los derechos económicos, sociales y políticos…”. Héctor Agustín no pudo evitar contraer los músculos de la cara, la voz empezó a traicionarlo, los ojos se iban enrojeciendo. Era toda emoción, todo orgullo y compartió el llanto con todos los presentes que le gritaban ¡Fuerza Agustín!
“Aquí estamos, presentes y dispuestos a no dejarnos avasallar, ha sido y es muy duro lo que nos toca vivir, mas la heroica historia del movimiento obrero enseña que la Reacción, por más éxitos transitorios que obtenga, siempre termina derrotada y a la reconquista del terreno sindical perdido, suceden nuevas reivindicaciones que enaltecen la dignidad y el nivel de vida de las masas laboriosas”. Héctor Agustín cumplió con leer completas las palabras de su padre, palabras acompañadas del ejemplo diario que todavía resuenan en la conciencia de quienes reconocen en Agustín Tosco a uno de los grandes dirigentes obreros de la Argentina.

miércoles, 9 de octubre de 2013

Apoyo a Paola Paniza y docentes cem nº 147. Por otra policía y otra justicia en Río Negro

Desde la Unter y la CTA Río Negro expresamos nuestro apoyo solidario a la digna postura de la docente Paola Paniza y demás docentes del CEM nº 147 del Barrio Anai Mapu de Cipolletti, frente al intento de criminalizarlos su accionar como docente, en resguardo del derecho social a la Educación de sus alumnos y de la dignidad de la escuela pública rionegrina.
La pretensión de la policía de Río Negro de judicializar su denuncia por encubrimiento hacia una compañera que lo que ha hecho es cumplir con su responsabilidad como docente y ciudadana, es una expresión más de la lamentable convivencia en el orden democrático de elementos que piensan y actúan dentro de un paradigma represivo de las fuerzas policiales, que criminaliza a los pobres y a los que los defienden, mientras impulsan la mano dura y el gatillo fácil, tan ligado siempre a la represión mafiosa y al encubrimiento de las peores prácticas delincuenciales en nuestra sociedad, como la trata de personas, el robo organizado y el tráfico de drogas.
Justamente los que tanto hablan de inseguridad, con sus prácticas autoritarias, nada transparentes y corporativas, garantizan la eternización del clima de inseguridad y violencia social que ellos mismos generan, sembrando el temor generalizado en la población para poder controlarla y seguir con sus negocios.
El gobierno de Río Negro ha dado pasos importantes para cambiar el paradigma represivo, con su política de sustituir a la policía del servicio penitenciario, volcándola hacia la prevención más que a la represión,  aceptando y reconociendo la formación del sindicato de trabajadores privados de la libertad ambulatoria (Sutpla) en el marco de la CTA Río Negro,  con la pretensión de que se cumpla con la ley del régimen de tratamiento penal, el cual impone la educación  y el trabajo como paradigma para la "reinserción social" de las personas privadas de libertad, en lugar de la represión y arbitrariedad permanente, tan comunes en nuestras cárceles.  También acaba de habilitar una negociación con el sindicato ATE que agrupa a los trabajadores penitenciarios, para debatir la mejora de sus condiciones laborales y salariales.  Las recientes expresiones y acciones judiciales del ministro de Educación en defensa de los docentes del CEM nº 147  no dejan dudas de la apuesta por un paradigma democrático e inclusivo de sociedad.
Ahora todos necesitamos que el ministerio de gobierno y la jefatura de la policía de Río Negro tomen medidas concretas para que los sectores de la policía de Río Negro que continúan actuando bajo el paradigma represivo dejen de hacerlo e incluso sean separados y sancionados por su accionar por fuera de las garantías constitucionales hacia la integridad y libertad de las personas, como es este caso de los docentes del cem nº 147, que no es el único ni el primero que ocurre en la provincia, donde la policía ha pretendido ingresar abruptamente a las escuelas creyendo que se trata de lugares donde tiene carta blanca y puede hacer lo que quiera más allá de la organización institucional, de las personas que trabajan y se educan allí, de sus derechos individuales y colectivos y de la jurisdicción pública que tiene sobre ellas un ministerio que los excede largamente en su autoridad y funciones.  Quienes hemos estado al frente de instituciones educativas que atienden a los sectores más humildes y excluidos, sobre todo vespertinas y nocturnas hemos vivido en más de un oportunidad esta lamentable colisión de funciones y contradicción con el accionar poco claro, represivo y discriminador de varios elementos de la policía rionegrina.  Es hora de que esto empiece a cambiar de una vez por todas.
También sería muy importante que la justicia de Río Negro muestre algún gesto que permita creer que alguna vez podrían ser procesados y condenados los responsables materiales y políticos de horribles crímenes cometidos por la policía en el período anterior, como los asesinatos de los jóvenes Bonefoi, Carrasco y  Cárdenas ocurridos en Bariloche en junio de 2010 o el asesinato de Coco Garrido en Bolsón, en enero del mismo año, así como lograr un avance real en la clarificación de otros lamentables crímenes ocurridos en la provincia, como el de Atahualpa Martínez Vinaya, el de Otoño Uriarte, la desaparición de Daniel Solano y tantos, tantos otros.  Tanta carga de impunidad contrasta dolorosamente con la injusta e innecesaria prisión preventiva de casi un año a que se sometió a las cinco personas que se acusó de los saqueos en Bariloche en diciembre 2012, cuando los verdaderos promotores intelectuales y políticos gozan de impunidad mediática, empresarial y política garantizada por el antidemocrático, antirepublicano y antihumano orden judicial imperante.

Jorge Molina, Sec. Gral. UnTER
Luis Giannini, Sec. Gral. CTA Río Negro.