Hoy hace dos años que se nos fue físicamente, el mismo día en que se
hacía el
censo del bicentenario, al cual le tuvimos que poner el cuerpo porque la
cosa
venía complicada, como el clima físico y político. Siete días
después
del espantoso asesinato de Mariano Ferreyra, por mano de la
patota
sindical-empresarial tan simbólica de los noventa. Eran días
difíciles
y convulsionados donde la derecha se estaba cobrando, con revancha
y
odio racista, la algarabía y la enorme emoción popular
del
bicentenario, donde nuestro pueblo festejó la reconquista de
sus
derechos más fundamentales.
Hace dos años que ya no está quien fue
reconocido como su “padre
político” por Evo Morales, quien sigue al frente de
un pueblo que
decidió retomar la resistencia de Tupac Katari y refundar el
Estado
boliviano para que la soberanía fuera popular alguna vez, es decir
de
la mayoría indígena de esos pueblos. El más que compañero,
“
hermano”, para el comandante Chávez, el gran amigo entrañable de
Lula
y el gran patriota latinoamericano para Javier Correa. Lo que
hicieron
juntos estos presidentes tan parecidos a sus pueblos,
repudiando el ALCA
frente a la nariz de Bush, enfrentando los golpes
de la derecha en Bolivia,
Ecuador y Venezuela, no tiene precedentes en
nuestra historia sudamericana y
siempre con Néstor en el centro de
la escena, como el gran protagonista,
inspirador de la Unasur, la
CELAC y el nuevo Mercosur donde la integración es
a favor de los
pueblos y no sólo de los capitalistas.
Desde el primer
gesto de gobierno, iniciado con apenas un 22 % de los
votos, cuando la suma
de los candidatos de la derecha obtuvo el 68 %
(Menem, Murphy, Carrió y R.
Saa), en el que dijo que no venía a ser
gerente de las corporaciones, sino
presidente de su pueblo, demostró
que fue peleando cada día la batalla por la
soberanía popular y la
reconquista y ampliación de derechos para nuestra
gente, precisamente
enfrentando a las corporaciones.
En el primer
aniversario del 24 de marzo que le tocó como presidente
confirmó que no había
llegado al gobierno para dejar las convicciones
en la puerta de la Rosada,
decidiendo el fin de la impunidad y que
llegara la hora de la memoria, la
verdad y la justicia. Ahí se
convirtió en un hijo más para las Madres de
Plaza de Mayo, esas
mujeres defraudadas y engañadas por muchos políticos,
humilladas y
asesinadas por los milicos y sus patrones civiles, estafadas
por la
justicia de la impunidad, que jamás bajaron los brazos, pero que
un
día los extendieron para abrazarlo.
Esos gestos hicieron que muchos
que dudaban se hicieran sus fervientes
seguidores, aún proviniendo de
experiencias políticas muy diversas,
principalmente de la más triste, la
decepción.
El chau Fondo Monetario , asumiendo la quiebra y pagando
con
condiciones propias la deuda que le dejaron los corruptos gerentes
,
abogados y amigos de los buitres financieros. La apuesta por el
trabajo
y la producción, la vuelta de las paritarias y el Consejo del
Salario, por la
inclusión social y la ampliación de derechos, para
terminar con la
marginalidad de la gran mayoría, son los gestos donde
nuestro pueblo se pudo
recuperar como sujeto político refundado y
nuevo, que comenzó a superar su
fragmentación. Y lo más importante por
haber conquistado el amor y la
devoción de los jóvenes, esos
protagonistas tan ausentes desde los setenta
del escenario de la
política, que la derecha había conseguido ensuciar y
expropiar como
espacio popular y juvenil de participación.
Luego vino
la gestión de Cristina, acompañada por Néstor como
Secretario General de la
Unasur y como diputado, con su humildad de
diputado enamorado de su pueblo y
de su presidenta. Esa prédica del
amor frente al odio, que lo llevó a
preguntar ¿qué te pasa Clarín?,
luego de haber soportado varias tapas
golpistas sin caerse, o de haber
superado el escaso año de gobierno que La
Nación le pronosticaba,
luego de haberle dicho a Escribano que no iba a
seguir el plan de
gobierno que quisieron imponerle. El amor que brilló con
la
Asignación Universal por Hijo, la Ley de Medios y el clamor
del
bicentenario, sobre el odio de clase de los patrones del campo y
sus
lacayos mediáticos y políticos. El amor que nos mostró que
era
inmenso cuando Néstor se murió. Ahí entendimos que el gesto del
amor
no tenía límites. Nos duele mucho que no esté, pero esa falta
de
límites es el mayor impulso que tenemos para continuarlo en
sus
convicciones.
Los que estudiamos historia decimos que cuando se
acelera y se
profundiza el cambio de rumbo en las sociedades, cuando aparece
una
ruptura con las continuidades del pasado que se constituye como
una
bisagra donde la historia pega un giro importante, estamos
en
presencia de un proceso que puede ser revolucionario. No tenemos
la
certeza de que este proceso lo sea en su totalidad, aunque tenemos
la
esperanza y la convicción de sumar todos los esfuerzos posibles
para
lograrlo.
Pero de lo que sí tenemos certeza es que el gran
iniciador
revolucionario de este proceso es Néstor Kirchner. A dos años de
que
ya no está físicamente entre nosotros, hagamos que sus convicciones
de
cambio sigan siendo el referente máximo de nuestras luchas y
desvelos.
Por todos los cambios profundos realizados y por los que
falta
realizar para completar la Liberación Nacional y Social, con
Justicia
Social, Democracia y Soberanía Popular, en el marco de la
Patria
Latinoamericana .
Luis Giannini, Sec. Gral. CTA Río
Negro.
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