miércoles, 17 de agosto de 2011

San Martín, por Norberto Galasso.



JOSÉ FRANCISCO DE SAN MARTÍN (1777 o 1778 - 1850).

El lector supone seguramente que si alguien, en nuestra historia, está libre de ser considerado ‘maldito' ése debe ser el padre de la Patria. Pues si el Padre de la Patria ha sido silenciado, excluido, deformado o vaciado, negándolo o presentándolo de un modo distinto a cómo fue, entonces, ¿de qué Patria estamos hablando?

Sin embargo… parece necesario reponerlo en su estatua, en su exacta dimensión, reemplazando a la figurita de Billiken que hasta ahora ha ocupado su lugar.

Podemos señalar algunos rasgos principales del San Martín que se viene enseñando en los colegios, en base a la biografía de Mitre, santificada por Levene, Ibáñez, Astolfi y muchos otros, de la siguiente manera:

1) Nace en Yapeyú, el 25 de febrero de 1778, de padres españoles. Habla castellano y se sobreentiende que es de raza blanca. A los cuatro años, pasa a Buenos Aires y luego, a los seis, marcha con su familia a España, donde ingresa al Real Seminario de Nobles de Madrid y se supone que allí cursa normalmente la escuela primaria.

2) En 1789, ingresa al regimiento de Murcia como cadete y allí desarrolla una vida militar que no le debe haber provocado ninguna vinculación afectiva por España, pues en 1811 -¡veintidós años después!- regresa a América para enfrentar al ejército español.

3) Este regreso se habría producido porque, como dice Mitre, “ya había pagado con usura su deuda a la madre patria acompanándola en sus días de conflicto” o porque sintió “un llamado de la selva”, una atracción “ejercida por las fuerzas telúricas “desde su Yapeyú natal (En un libro llamado “San Martín y la tercera invasión inglesa”, Juan Bautista Sejean argumenta que habiendo modelado su carácter y su cultura en España - y con 30 batallas, siendo ya veterano de guerra en 1811- la única explicación de que regrese, siendo teniente coronel del Ejército español para enfrentar a los españoles, no son “las fuerzas telúricas” sino que lo sobornaron en Londres, adonde arribó después de partir desde Cádiz, rumbo al Plata, en 1811. Esta tesis, no ha sido debidamente refutada por la Historia Liberal ni por la Historia Social, vendría a descubrirnos ¡que el Padre de la Patria fue “agente inglés”!)

4) Lograda la confianza del gobierno, arma su regimiento de Granaderos a Caballo, recurriendo a los mejores hijos de la “gente decente” porteña.

5) Con esa fuerza militar, derrota a los españoles en San Lorenzo, el 3 de febrero de 1813, liberando a las Provincias Unidas de la dominación hispánica. Se supone, según dice la canción patriótica, que en ese combate enarbolaba bandera argentina: “y en San Lorenzo, tremoló triunfal”.

6) Luego de un breve período al mando del Ejército del Norte, consigue que lo nombren gobernador de Cuyo para preparar allí su fuerza militar. Es un argentino tan generoso que después de liberar a su patria ansía darle la libertad a dos países hermanos: Chile y Perú. Para levantar ‘ese ejército argentino recurre a las joyas donadas generosamente por las familias adineradas de Cuyo y al aporte que le brinda la clase aristocrática porteña.

7) En 1816, San Martín se habría vuelto monárquico pues apoya el proyecto del rey Inca, presentado por Belgrano al Congreso de Tucumán.

8) En enero de 1817, concreta la gesta de cruzar la cordillera (se da a entender que nadie la cruzó antes) para liberar al país hermano. Se supone que lo hizo enarbolando bandera argentina porque así lo indica la Marcha de la Bandera: “… la cima de los Andes escaló”.

9) Los chilenos, derrotados en 1814 en Rancagua, se encontraban dominados nuevamente y no sabían que hacer, salvo esperar a San Martín, quien triunfa en Chacabuco, pierde en Cancha Rayada y luego vuelve a triunfar en Maipú, consiguiendo la libertad de Chile, pero la generosidad argentina es tal que se niega a gobernar y le cede el poder a un chileno: O'Higgins.

10) En 1819, dado que las montoneras de Ramírez y López, amenazaban a Bs As, pretendiendo imponerle su “barbarie', el Director Supremo le reclama a San Martín que venga con su ejército a defender a la ciudad puerto. San Martín aduce dificultades, su enfermedad, etc. y no regresa. Finalmente, se va a Chile a proseguir su campaña. Vicente Fidel López afirma que San Martín podía no regresar -renunciando o desertando- pero no podía “robarle” el ejército a los argentinos y a su gobierno legal llevándoselo a Chile.

11) Muy enfermo, gravísimo, cruza en camilla la cordillera. Es un argentino tan obcecado y tan generoso que quiere liberar otro país y poco después se va al Perú, se supondría que enarbolando bandera argentina, pues todo lo hace con el Ejército de los Andes, que se supone financiado por las Provincias Unidas.

12) En Perú, desarrolla una táctica asombrosa que le permite engañar a todos y evitando grandes batallas, ingresa a Lima, donde declara la libertad de todo el Perú, otro país “de indios”, “negros”, liberado por los argentinos.

13) Se supone que así habría seguido liberando pueblos -enfrentando al ejército español en el cual había peleado 22 años- pero quiso la mala fortuna que en su camino se cruzara Bolívar, un venezolano astuto, ambicioso, que como señala Mitre, respondía al proyecto colombiano de la expansión sobre toda América del Sur, quien le roba la gloria de continuar con su seguidilla de victorias. San Martín, porque era un Santo de la Espada, como señaló Ricardo Rojas, le dio una lección moral al retirarse de Guayaquil, yéndose a Chile, sacrificando sus laureles militares para evitar recelos con el venezolano.

14) De Chile, se vino a Mendoza. Allí estuvo un tiempo y no se llegó a Buenos Aires donde agonizaba Remedios de Escalada, “su esposa y amiga”, como él escribiría luego en su lápida, quizás porque no se dio cuenta de la gravedad de la enfermedad que la aquejaba. Pasó luego a Buenos Aires y no quiso manchar su espada con sangre de hermanos, por lo cual decidió marcharse a Europa llevándose a su hija, para educar-la.

15) Quedó allá en Europa, salvo un viaje realizado en 1828, donde llegó al Río de la Plata pero no quiso desembarcar por que comprendió que la anarquía (en general, provocada por los caudillos “bárbaros e incivilizados”) reinaba en su patria.

16) Ya estaba viejo y medio chocho, cuando en 1839, al producirse el bloqueo francés, le escribió a Rosas ofreciéndole sus servicios. De la misma manera, cuando la ateroesclerosis ya lo dominaba, en 1845, volvió a apoyar a Rosas y además le legó su espada, suceso sólo explicable debido a una reacción sentimental ante quien se enfrentaba a los invasores de su patria lejana, pero que no por ello dejaba de ser un tirano sanguinario.

17) Muere poco después, provocando gran dolor a sus amigos, preferentemente liberales, quienes se encargarán luego de traer sus restos, que son colocados en la Catedral de Buenos Aires.

18) Este guerrero que otorgó la libertad a tres países, también escribió unas máximas para su hija que sirven a todos los niños para educarse en los altos valores morales que necesita la patria para que las instituciones funcionen armoniosamente y la Argentina sea un país civilizado, blanco, respetuoso de tos organismos internacionales de crédito, cumplidor en sus obligaciones de deuda externa y amigo de los grandes países, como Estados Unidos. El Instituto Sanmartiniano vela por su memoria.

Pero resulta que existe otro San Martín, que Mitre no ha tenido en cuenta al escribir su biografía. Veamos:

1) Nace en 1777 ó 1778, sin conocerse exactamente días y mes, puesto que no se ha encontrado el documento que constate su nacimiento. Si bien integra la familia de Juan de San Martín, hoy parece discutible si es hijo legítimo de él y de Gregoria Matorras o es hijo de Don Diego de Alvear y la india Rosa Guarú, que habría sido entregado luego al cuidado de los San Martín. En ese caso, Rosa Guarú no sería solo el ama de cría sino la propia madre. Y también en ese caso, él no sería blanco, sino mestizo lo cual explicaría su tez bronceada, así como su cabello lacio y renegrido.

2) Trasladado a España con sus padres, no concurre al Real Seminario de Nobles, según lo han investigado varios historiadores españoles (“Vida española del General San Martín”) sino a una escuela común en Málaga donde, al ingresar a los 7 años y abandonarla a los 11, en que se incorpora como cadete al Murcia, no habría completado el ciclo primario sino que sólo habría aprobado cuarto grado.

3) Desde el ingreso al Murcia, a los 11 años, hasta su regreso al Río de la Plata, a los 33 años, corren 22 años de influencia cultural española, que modela el carácter de José Francisco. En España aprende a leer y a escribir, a relacionarse con amigas, luego a tener su primera novia, a bailar, a pelear en 30 batallas, a escuchar leyendas, a adoptar costumbres, etc. Hoy sabemos -lo que no se sabía en época de Mitre- que ese hombre de 33 años que regresa a su patria natal, “hablando como gallego” (según testimonio de las memorias de los Oliver Escalada), debía ser un español hecho y derecho.

4) Entonces, ¿cómo es posible que ese hombre -nacido en Perú, pero modelada su personalidad en España- vuelva a América para pelear contra España? Nadie que combate 22 años, en 30 batallas, por una bandera, puede odiar a esa patria como para regresar a América para luchar contra ella, según sostiene la historia liberal. Y esto da pie a la tesis de J. B. Sejean, de que fue sobornado cuando, al salir de Cádiz, pasa a Londres antes de viajar hacia su tierra natal.

5) Sólo existe una explicación: que la Revolución de Mayo tuvo inicialmente un carácter más democrático que separatista. No fue una revolución por odio a España (y escondido amor por los ingleses) como lo plantea Mitre sino que formó parte de la revolución española de 1808, y ésta, a su vez, obraba siguiendo el proceso iniciado en Francia en 1789, como lo sostuvo Alberdi. Esto explica lo que ahora se sabe: que French y Beruti ostentaban estampas con la cara de Fernando VII en los días de Mayo, que hubiese españoles integrando la Junta de Mayo (Matheu y Larrea), que la Primera Junta jura por el Rey Fernando que la bandera española flamee en el Fuerte hasta 1814, que la independencia recién se declare en 1816, a causa de que en 1814 se restablece el absolutismo en España, cuando Fernando VII recupera el trono para virar fuertemente a la derecha y perseguir a los democráticos y anula las leyes progresistas dictadas en 1812. Entonces sí se explica que San Martín venga a continuar en América la lucha por la democracia, iniciada en Francia en 1789 y en España en 1808, y combata a los españoles absolutistas mientras en cambio se entiende con los españoles liberales (como ocurrirá en Perú, con La Serna). También se explica que sólo urja la declaración de la independencia a partir de 1814 y no antes. Luego. San Martín no es agente ingles (pues no sólo es enemigo a muerte de Rivadavia, que servía esos intereses, sino que se ofrece a Rosas y lo apoya, para luchar contra ingleses y franceses). Pero, si se cae la biografía de Belgrano -de Mitre- porque es incorrecta la caracterización de la revolución de Mayo y asimismo, también es incorrecta la biografía de Mitre sobre San Martín, se desmorona la historia mitrista. Es decir, por efecto dominó se caen Levene', Astolfi, Ibáñez y toda la historiografía liberal, lo cual es grave. Pero, evidentemente, resultaría aún más grave que el Padre de' la Patria sea agente inglés.

6) Son muy escasos los aportes en soldados por parte de la burguesía comercial porteña al regimiento de granaderos. Se trata más bien de hombres del interior San Martín pide que le envían 300 guaraníes, desde la zona misionera.

7) No se usó bandera argentina en el combate de San Lorenzo, pues no existía aún.

8) Levanta el Ejército con el apoyo de los cuyanos y aplicando expropiaciones. El dinero de las joyas de las damas mendocinas se remite a Buenos Aires. Buenos Aires sólo ayuda desde agosto de 1816 hasta enero de 1817. San Martín crea el ejército “de la nada”, aplicando un plan semejante al que pro pugnaba Moreno (Plan de Operaciones), en 1810.

9) Sólo organizando el país como monarquía podía obtenerse el reconocimiento de otros países, en momentos en que volvía a imperar el absolutismo en Europa. En el Congreso de Tucumán, Anchorena se opone porque Belgrano y San Martín, al evitar a las dinastías europeas, propugnan el rey inca, que para la plutocracia porteña “es de casta color chocolate, andrajoso y borracho”, según discurso de Anchorena.

10) La bandera argentina tampoco cruzó los Andes, aunque para esa fecha (1817) ya había sido aprobada por el Congreso de Tucumán. San Martín enarbola la bandera del Ejército de los Andes precisamente porque se trata de un ejército aliado argentino-chileno. O'Higgins y Freire, jefes de columnas, son chilenos, así como gran parte de la tropa se halla nutrida por chilenos que huyeron después de Rancagua y se alistaron en un Ejército libertador hispanoamericano, por encima de las fronteras.

11) Precisamente, por esta causa San Martín no vuelve hacia Buenos Aires y de ahí “su desobediencia'. Su amigo, Tomás Guido, le advierte que si lo hiciera, todos los soldados chilenos desertarían de su ejército. San Martín sabe que formó el ejército para una lucha hispanoamericana. Por eso, renuncia ante sus oficiales en Rancagua, en abril de 1820 y se hace elegir nuevamente, para reafirmar que ese ejército no depende de ningún gobierno, que es de “soberanía flotante” (así lo acepta Levene, en el único libro en que aborda el tema).

12) La campaña al Perú la financia el gobierno de Chile y ese ejército argentino-chileno, con apoyo de peruanos, enarbola bandera chilena, porque Chile le ha creado la escuadra, pero para San Martín es la continuación de una campaña por sobre las fronteras de las patrias chicas.

13) En el Perú, no se trata de táctica asombrosa, sino de las buenas relaciones de San Martín, un hispanoamericano democrático, liberal, con jefes españoles liberales, democráticos, como La Serna. No es Argentina la que libera al Perú, sino un ejército de la Patria Grande en Operaciones, semejante al que quiso formar el Che en Bolivia cuando lo asesinaron. San Martín tenía admiración por Bolívar y éste, por San Martín. Eran generales de una misma causa. Si Bolívar le robó la gloria, ¿por qué razón San Martín colgaba un retrato de Bolívar, en su dormitorio, frente a su cama, durante su estadía en Europa? ¿Era masoquista, acaso?

14) En Mendoza, le llega una carta de Estanislao López donde le avisa que si va a Buenos Aires le van a hacer consejo de Guerra por la desobediencia de 1819. La relación con su mujer no era tan armónica. En el Perú, el General mantuvo amores con Rosa Campusano. La familia de los Escalada lo odiaba. El se va a Europa porque su tarea queda cumplida cuando Bolívar ingresa al Perú y ya está próxima la batalla final: Ayacucho.

15) Otra razón de su viaje a Europa es la persecución de Rivadavia quien le intercepta la correspondencia y le pone un espía en su finca de Mendoza, al tiempo que sus diarios lo hostigan. En 1825, San Martín, en Londres, lo quiere retar a duelo a Rivadavia. San Martín y O' Higgins coincidían en que Rivadavia era “innoble persona, malvado” (Según O' Higgins, era “el más grande criminal que ha nacido en Sudamérica”). Por eso, San Martín vuelve recién cuando gobierna Dorrego. Por eso también no desembarca cuando se entera que los rivadavianos han derrocado, asesinado a Dorrego y están otra vez en poder de la provincia de Buenos Aires.

16) Ricardo Rojas sostiene, en “El Santo de la espada”, la tesis de que San Martín le envía la espada a Rosas porque ya se encuentra “anciano y sentimental” (pág. 425), pero dos páginas después reconoce que “conservó hasta las horas extremas, su lúcida comprensión de los fenómenos sociales” (pág. 427).

17) Ni los gobiernos mitristas de la segregada Buenos Aires, ni el presidente Mitre ni Sarmiento se ocuparon de retornar los restos del General. Sólo lo hizo Avellaneda, cuando ya habían transcurrido 30 años de su muerte.

18) La enseñanza fundamental no son “las máximas a su hija”, acerca de las cuales probablemente nunca pensó que tendrían difusión y son propias de cualquier padre, sino cuando sostiene: “Seamos libres y lo de más no importa nada” y cuando señala la necesidad de La Gran Confederación Latinoamericana, política expresada en el tratado Perú - Colombia, de 1822. La otra gran lección está dada por su apoyo a la Confederación ante el bloqueo francés de 1838 y la intromisión de la escuadra anglofrancesa en el Paraná en 1845 y su acusación a los unitarios pues “no puedo concebir que haya americanos que por un indigno espíritu de partido se unan al extranjero para humillar a su patria... Una tal felonía ni el sepulcro la puede hacer desaparecer”.

GALASSO, Norberto. Los Malditos: Hombres y Mujeres excluidos de la historia oficial de los argentinos. Ediciones Madres de la Plaza de Mayo, Argentina: Buenos Aires, 2005. Volumen II, p. 154-162. Fragmento Publicado en el blog Columna norte: http://colnor.blogspot.com/2010/08/san-martin-por-norberto-galasso.html, el 16 de agosto de 2010.


Norberto Galasso

Junto a San Martín, en la lucha por la unidad Latinoamericana

En momentos como éstos –en medio de la crisis que sufrimos los argentinos- puede parecer una frivolidad ocuparse del general José de San Martín. Sin embargo, una correcta revaloración de los personajes históricos –en este caso, nada menos que el “Padre de la Patria”- aporta claves importantes a los replanteos políticos de hoy.
La historia mitrista –aun predominante en escuelas, medios de difusión, calles y plazas- nos habla de “un gran argentino que dio libertad a Chile y Perú”. Sin embargo, cabe preguntarse: ¿era San Martín “un argentino”, si por tal entendemos, como lo quiere la historia oficial, un hombre blanco, “civilizado”, ajeno a la América morena? Si tenemos presente el medio cultural en que nació y vivió sus primeros cuatro años (1777-1781) estaba marcado por la cultura guaranítica, lo cual le da un perfil más bien paraguayo. Si, por otro lado, observamos su hogar, la mayor parte de su infancia, su adolescencia, su juventud, sus estudios y la primera novia, sus 30 batallas en Europa y sus veintidos años de vida militar en España era, más bien... un gallego. Así lo recuerda María Rosa Oliver, en sus memorias, reproduciendo un juicio de su tatarabuela: “El tío Pepe era un ordinario... Hablaba como un gallego”. ¡Y cómo iba a hablar si a los 34 años, había pasado 27 en España!
Un siglo atrás, sin los conocimientos de psicología y sociología de los cuales disponemos hoy, podía aceptarse la leyenda de este oficial del ejército español que un día –ya veterano de guerra- siente “el llamado de la selva misionera” y decide regresar a su país natal para pelear contra el mismo ejército en el cual ha llegado a teniente coronel. Esa tesis es hoy insostenible. ¿Por qué viene entonces San Martín, al Río de la Plata, en 1812?
En primer término, digamos que San Martín forma parte de esa España popular que se levanta contra el invasor francés, en 1808, constituyendo juntas democráticas, insuflada del liberalismo revolucionario de 1789. El pueblo español lucha por la soberanía pero también contra el viejo orden de escudos y blasones de la España reaccionaria. Allí pelea San Martín y cuando su causa está casi derrotada en la península, se traslada a América, para proseguir aquí la misma lucha contra el absolutismo, en la línea de la revolución de Mayo que no fue fundamentalmente separatista –como pretende Mitre- sino democrática, por el gobierno popular en lugar del Virrey, dejando la ruptura con España para decidirla según los acontecimientos (razón por la cual recién la declara en 1816). Ese militar –que no podía ser antiespañol después de haber luchado 22 años bajo la bandera española- era, sí, enemigo de la España negra, monárquica, de la nobleza y la Inquisición, tanto allá como aquí y partidario de la revolución popular, aquí como allá, integrante de una vasta oleada revolucionaria que abarcó tanto a España como a América, entre 1808 y 1811.
Ese carácter de revolucionario hispanoamericano lo trae a San Martín al Plata y luego lo lleva a Chile, donde llega enarbolando una bandera que no es la argentina sino la del Ejército de los Andes, pues se trata de un ejército argentino–chileno, y después, a Perú, enarbolando bandera chilena. En ambos casos, procede como jefe de un ejército latinoamericano, del mismo carácter del que quería construir el Che, en Bolivia, cuando fue asesinado. Por eso, abominaba de quienes, como Rivadavia, se subordinaban al capital extranjero y denigraban a indios, negros y gauchos que eran “mis paisanos”, como él decía. Y cuyo apego a la libertad exalta en ese bando famoso propugnando “ser libres”, aunque tengamos que andar “en pelotas”. De ahí también su condena a quienes, por oponerse a Rosas, apoyaron la prepotencia de las escuadras francesa e inglesa, en el Río de la Plata.
Este es el San Martín verdadero, el que quería retar a duelo a Rivadavia, el que contradecía a Sarmiento respecto a Rosas, el amigo de Bolívar cuyo retrato tenía en su dormitorio, frente a su cama, para contemplarlo con afecto, el amigo del pueblo que se declaraba “enemigo de toda aristocracia” y del invasor extranjero, mientras redoblaba esfuerzos por la Unión de la América morena.
Ese auténtico San Martín –rescatado ahora del vaciamiento a que lo sometió Mitre- se incorpora hoy a nuestra lucha contra el Imperio, por la liberación y la unión de nuestros pueblos, así como también por la realización de las profundas transformaciones económicas y sociales que urgen.
Pero para que abandone la estatua de bronce y rompa las verjas que hoy cercan los monumentos es preciso concluir con una historia falsa, donde “los héroes” son los amigos del extranjero, despreciativos de nuestro pueblo y partidarios de la libre importación que es el ALCA que hoy nos amenaza. Hay, pues, que rever muchas “verdades consagradas” en el camino hacia las verdades populares que iluminarán necesariamente los tiempos por venir.


Buenos Aires, julio de 2003
Norberto Galasso
Centro Cultural "E. S. Discépolo"

No hay comentarios:

Publicar un comentario