viernes, 17 de mayo de 2013

Macri, la libertad de prensa y los monopolios



En el pleno ejercicio de la libertad de expresión que hoy rige con absoluta claridad en la Argentina, expreso mi más claro y enérgico rechazo a las muchas tapas del diario Río Negro, señalando casi día por medio en los últimos tiempos sus "condenas" a los supuestos cepos a la libertad de prensa que le endilga al gobierno nacional. La más destacada fue del día 15 de mayo de 2013, donde tapeó con letras enormes "Macri sale en defensa de la prensa porteña".

Si la prensa porteña o de cualquier otro lugar es defendida por Macri me atrevo a vaticinar que a los trabajadores de prensa, como a muchos otros trabajadores, les va a ir muy mal. Lo digo como trabajador y como persona que intenta de vez en cuando ejercer la libertad de expresión, no lográndolo siempre por efecto del cerco mediático que tantas veces quienes son patronales nos imponen a los trabajadores, sobre todo en nuestros reclamos, pero también sobre las ideas que sustentan nuestra condición de clase y  nuestras orientaciones políticas e ideológicas, algunas muy profundas como el rechazo a las leyes de impunidad hoy derribadas, o a las medidas judiciales que impiden la plena aplicación de una ley democrática que limita la concentración y el monopolio de los medios de comunicación, abriendo el espectro a voces diversas.

Macri, luego de reprimir salvajemente en el Borda a trabajadores, pacientes, legisladores opositores y también a periodistas, incluso a un fotógrafo de Clarín, que fue detenido por los esbirros de la metropolitana, pretende salir con un decreto de "necesidad y urgencia" (tan usados por Menem para decidir políticas dañinas para los trabajadores que nunca fueron impedidas por ninguna cautelar, pues todas salían denegadas)  a garantizarle al grupo Clarín varios privilegios insostenibles en una república democrática,  a fuerza de violar leyes nacionales que él no puede cambiar ni impedir que se cumplan:

Con este decreto pretende que en el territorio de la ciudad de Buenos Aires, Clarín tenga zona liberada para no cumplir con la ley de medios en sus cláusulas de desmonopolización, para no pagar impuestos, para no respetar a sus trabajadores en sus derechos, pues cualquier orden judicial que lo quiera obligar a ello podría interpretarse, según el decreto de Macri como un ataque a la libertad de prensa.

Justo el zorro que acaba de darle flor de paliza a algunos periodistas, viene a cuidar el gallinero del trabajo de prensa. Y lo hace en defensa de la patronal de prensa que más ha echado trabajadores de prensa a la calle, en abierta violación de la libertad sindical, negándose a cumplir medidas cautelares y hasta fallos a favor de los trabajadores, sino pregúntenle a Pablo Llonto y otros tantos trabajadores de prensa perseguidos por Magneto, Ernestina, Aranda y asociados.

No llama la atención que el diario hegemónico de nuestra Patagonia Norte, el Río Negro, que no es tan diferente a la Nueva Provincia, salga a propagandizarlo a Macri como el adalid de la libertad de prensa y haya minimizado bastante lo del Borda como otras acciones antipopulares que practica y que todos los días le perdonan a Macri, porque es su candidato de la derecha, el mismo que ya tiene entre sus funcionarios a Sturzeneger,  uno de los muchachos de Cavallo, tan cercano a don Julio Rajneri, que propone la devaluación del 40% y cuando sus amigos de la derecha le dicen que se exacerbó, sale a echarle la culpa a Telam de que difunde lo que él dijo al aire en TV, algo que si no hubiera libertad de expresión le costaría bastante caro.

El diario Río Negro ha intentado impedir sistemáticamente, desde hace varias décadas la sindicalización de sus trabajadores, despidiendo a quienes integraron alguna comisión directiva o promotora de un sindicato de prensa, logrando casi siempre su objetivo en la provincia de Río Negro y en Neuquén. Eso es disciplina y eso también es violación de la libertad de prensa y expresión de los trabajadores de prensa, a quienes muchas veces la única herramienta que les queda, para preservar su libertad de conciencia, es la misma que a quienes se acusa de algún crímen: no firmar la adhesión a los pensamientos de su patrón, quedarse en el anonimato de su trabajo intelectual. Esa es la razón por la cual los conflictos laborales privados suelen quedar tan poco visibles en la prensa regional dominante: tienen los mismos intereses de su clase patronal, generalmente poco dispuesta a cumplir las leyes que protegen la libertad sindical.

El otro político que salió rápidamente a apoyar el decreto de Macri, fue De Narvaez, el que se hizo el abierto diciéndole a sus empleados periodistas que le preguntaran de todo en su canal de TV y cuando le preguntaron cómo hacía para hacer crecer su patrimonio tanto, los terminó echando de a tres.

Con esto queda claro que la libertad de prensa para ellos no implica lo mismo que para Mariano Moreno o para Rodolfo Walsh, ellos hubieran celebrado el fin de los monopolios de la información y hubieran condenado la represión y la persecusión a los trabajadores de prensa, sin confundir la libertad de expresión con los privilegios de los poderosos, en este caso dueños de los grandes medios hegemónicos.

Si hay consensos hegemónicos, desde posiciones dominantes y repetitivas no puede haber
verdadera libertad de expresión ni puede ser bien ejercido el auténtico derecho a la información, pilar para que logremos una democracia sustantiva. Por la plena vigencia de las libertades y las igualdades.

Luis Giannini. Sec. Gral. CTA Río Negro

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