lunes, 30 de noviembre de 2009

Por qué fuimos a Tacuifi

Los días 28 y 29 de noviembre un importante grupo de organizaciones, entre ellas la CTA Río Negro, convocamos a concentrar en el ingreso de lo que será el camino de acceso al lago Escondido, en el km 1960,2 de la Ruta Nacional 40. Allá fuimos desde Cipolletti para encontrarnos con gente de Bariloche, de El Bolsón, de Lago Puelo, de Neuquén, de San Martín de los Andes, de Villa la Angostura, con quienes compartimos la convocatoria y la voluntad firme de generar esta expresión de libertad sobre el territorio que nos toca habitar a los patagónicos frente a la apropiación indebida, monopólica e imperialista que el magnate Lewis, ha hecho de todas las márgenes del Lago Escondido, desde hace ya algunos años, cuando fue denunciado por todas partes por primera vez por nuestro recordado compañero Eduardo Bachi Chironi.
Luego de vivir la experiencia del festejo que la comunidad mapuce hace del fallo del Superior Tribunal de Justicia de Río Negro que ordena abrir el camino de Tacuifí como acceso al lago, pudimos comprobar una vez más que no se trata sólo de un hecho de justicia reparadora. Se trata de un reencuentro con las fuerzas de la naturaleza, como el viento, la lluvia y la nieve que nos recibieron en el lugar, expresando su vitalidad, tal como lo expresan el bosque nativo, que allí sobrevive y enfrenta el monocultivo de pinos impuesto por el denominado “progreso”, las montañas y los ríos que confluyen en el lago y lo circundan, esos mismos ríos que ahora don Lewis quiere represar para tener energía abundante, exclusiva y privada, bien privada. Si le sobra le dará algunas migajas a los habitantes de la zona, abandonados como están por el Estado, porque allí la energía es escuálida e intermitente.
En Tacuifí y en las Huaytecas, paraje al que se llega luego de transitar el hermoso cajón del río Foyel, donde una comunidad mapuce sostiene la recuperación de las tierras ancestrales para defender a la variedad de cipreses llamados “Huaytecas”, frente al avance devastador de los pinares huincas, pudimos reconocer una vez más el saber de nuestros pueblos originarios. Las ideas de que nadie es más que nadie, de que todos somos uno, iguales y diferentes frente a la madre tierra, que no nos pertenece, porque nosotros le pertenecemos tanto como el viento, el agua y las montañas. La idea del pensamiento circular y comunitario, que emerge todavía frente al paradigma dominador, encubridor e imperialista que el pensamiento occidental impuso en nuestra América trayendo la idea de que la naturaleza y los que vivían con ella y en ella, como los pueblos originarios, eran “cosas”, pasibles de dominar, explotar, depredar y exterminar. No hace falta recordar la enorme cantidad de hechos que demuestran el genocidio ambiental que produjo históricamente este pensamiento explotador, desde las matanzas de los conquistadores y colonizadores europeos hasta las hazañas expoliadoras de los bienes naturales y de los pueblos que ha producido el capitalismo nacional e internacional, cada vez más concentrado de la mano del Estado argentino, desde Rivadavia, Mitre y Roca hasta todos los dictadores del pasado reciente. Es el mismo pensamiento que permite y favorece la apropiación de estas tierras por parte de Tinelli, Benetton, Turner, Tompkins y también de los que planifican y organizan el negocio inmobiliario de los barrios privados, cercados, excluyentes, sobre nuestro piso del valle y sobre las márgenes de nuestra cuenca de los ríos Neuquén, Limay y Negro.
Por eso ahora sabemos que fuimos a Tacuifi para reafirmar una vez más que conseguir la aplicación de este fallo histórico que ordena cumplir con la constitución, tiene que convertirse en una causa de mucha gente, de las mayorías que nunca vamos a alambrar un lago, un río ni un arroyo, porque queremos una vida digna y buena, como dicen los pueblos originarios de toda nuestra América, siendo parte de la tierra y no explotándola.
Cuando podamos recorrer el camino hasta el lago Escondido seremos más libres, más humanos y más capaces de cambiar otras injusticias e inequidades terribles del orden que nos oprime.

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