Hoy recordamos un nuevo aniversario del golpe de Estado del 24 de marzo de 1976. Es un día para la recordación, la reflexión y la renovación del reclamo. Para ejercer la Memoria, revisar el recorrido que nuestro pueblo ha realizado desde aquél momento hasta hoy y renovar el reclamo y la pelea por la Verdad y la Justicia por todos los crímenes de lesa humanidad cometidos durante la dictadura.
La lucha de las Madres, las Abuelas y demás organismos de Derechos Humanos,acompañados por sectores de nuestro pueblo, durante estos 38 años ha tenido varios capítulos, momentos de avances como los conquistados en la recuperación de la institucionalidad política en 1983 y el juicio a las Juntas, o la victoria sobre las leyes de impunidad y la vuelta de los juicios y las condenas desde 2003. También momentos de retroceso con las leyes de impunidad para los genocidas, en el marco de los levantamientos militares carapintadas y el indulto menemista, en el contexto del golpe de mercado de la hiperinflación en 1989, que abrieron una larga etapa de impunidad.
Con la imposición de la impunidad para los asesinos y sus cómplices civiles y eclesiales, culminaron su obra, iniciada en la dictadura,imponiéndonos por completo el neoliberalismo genocida, con la política de la "miseria planificada" que denunciaba Rodolfo Walsh en su carta abierta a la Junta Militar de 1977. En los noventa nos impusieran la misma política a fuerza de impunidad, represión y un nefasto golpe a los derechos sociales y de subsistencia para las grandes mayorías populares, como en la dictadura.
Muchos miles de muertos nos dejó el neoliberalismo por hambre, marginación, enfermedades sociales curables, millones condenados a la exclusión y a la ausencia de futuro, a vivir en la paradoja de un eterno presente de la ilusión del consumo uno a uno en cualquier lugar del mercado mundial y la realidad de quedarse sin educación, sin trabajo, sin salud, sin seguridad social ni futuro, sólo exclusión o la salvación para pocos en la timba neoliberal. "Libertad para elegir" decían los neoliberales a multitudes que no podían elegir siquiera su propia forma de morir porque los habían declarado inviables, inexistentes, desaparecidos, igual que el genocida Videla durante la dictadura cuando decía "no están".
Registramos heroicas luchas de resistencia a esta miseria planificada, en todos los rincones del país, desde el movimiento piquetero, las marchas federales, la carpa blanca y tantas enormes y largas luchas sostenidas para cambiar y combatir el neoliberalismo y también la impunidad para los crímenes de la dictadura, con la certeza de que esa impunidad era la que seguía sosteniendo la política de esa miseria planificada. Tuvimos que sumar a la carga de impunidad que garantizaba la represión, la innumerable cantidad de crímenes cometidos por la violencia institucional del gatillo fácil, protagonizado por fuerzas armadas y de seguridad que fueron garantes del Estado neoliberal punitivo.
En 2001 con la estrepitosa y sangrienta caída del gobierno de la Alianza neoliberal ajustadora y represiva, nuestro pueblo supo conquistar a partir de allí la confianza en sí mismo para ir por más y derrotar a la política de la impunidad para los genocidas, también para ponerle freno a los avances de los opresores que manejan el mercado desde sus poderosas corporaciones.
En esta batalla estamos desde 2003, cuando llegó al gobierno Néstor Kirchner, con avances importantes como los más de 100 juicios que se realizaron y se realizan en todo el país, donde los genocidas son juzgados y condenados por sus crímenes cometidos hace 30 años, porque son de lesa humanidad y no prescriben, según ha podido asegurarse nuestro pueblo en las definiciones del Parlamento y de la Corte Suprema, más allá de los legisladores que representan los intereses de la derecha, de las presiones de las corporaciones de abogados hijos de la dictadura y de la gran cantidad de jueces, que por ser de su misma clase y puestos por ellos en el sistema judicial retrógrado que todavía tenemos, hacen de todo para garantizar la impunidad de los genocidas militares, policiales, civiles (en realidad habría que decir de la corporación oligárquica) y eclesiásticos.
Hemos tenido grandes victorias en esta batalla por la recuperación de nuestros derechos como pueblo, como las condenas a cientos de genocidas, comenzando por sus principales jefes y cabecillas, pero también a varios esbirros torturadores y sicarios, tanto militares y policiales, como civiles y algunos eclesiales.
También la reconquista de muchos derechos sociales, como las paritarias, la jubilación, el trabajo registrado, las políticas sociales para la niñez, la juventud y la familia, las leyes de igualdad civil en todo sentido, contra toda forma de discriminación sexual, migrante, económica, cultural, étnica y social, entre tantas conquistas nuevas y otras recuperadas. No menos importante ha sido la recuperación de parte del patrimonio soberano como algunas fuentes de energía y de transporte, herramientas que permiten al Estado distribuir y garantizar la riqueza común de los argentinos, antes entregada a las mezquinas manos del mercado internacional que supo de expoliación y agotamiento, poniendo en riesgo nuestras vidas y nuestro futuro productivo y laboral hasta hace muy pocos años.
Hemos tenido algunos retrocesos en esta batalla: En 2008 con la Resolución 125, en la imposibilidad de redistribuir mejor las ganancias extraordinarias que obtiene la oligarquía de nuestra tierra, con los comodities de la soja y otros cereales. La muerte de Néstor que nos dolió tanto, pero que al mismo tiempo generó una enorme vocación militante en tanta juventud maravillosa, ocurrida justo después del crímen atroz de Mariano Ferreyra, tal vez planificado para consumar un magnicidio político similar al de otros momentos.
La derrota en el intento de reformar la justicia federal y los cinco años transcurridos para lograr la plena aplicación de la ley de servicios de comunicación audiovisual son otras muestras de lo difíciles que son nuestras batallas contra las corporaciones. Pero algo que no siempre se recuerda bastante son los intentos de golpe financiero que significan las permanentes corridas cambiarias que generan las corporaciones desde 2007 hasta hoy, durante todo el mandato de Cristina. Con todo esto se puso a prueba la fortaleza de este modelo nacional y popular que ha resistido porque hay una parte importante de nuestro pueblo movilizado y decidido a no retroceder y esto hay destacarlo. Muchos otros gobiernos hubieran caído con tantos intentos de voltearlo desde tantos lugares distintos.
Hoy nos quieren seguir volviendo a matar,a someter, a esclavizar. Con los golpes de mercado del dólar blue y la devaluación, la escalada inflacionaria de los precios, el intento de congelar los salarios o bajarlos y terminar con las paritarias. Por eso muy importante que el gobierno nacional y los provinciales entiendan que a las paritarias docentes hay que defenderlas y concretar acuerdos que permitan salarios dignos y demostrar la plena vigencia de un instrumento de justicia social que otros gobiernos no fueron capaces de sostener ni garantizar para asegurar una más justa distribución de la riqueza.
Pero también nos quieren matar con la escalada demagógica y mentirosa del idiota de Massa, títere de la derecha oscura, que dice luchar contra la inseguridad evitando que se sancione un código penal que podría poner presos a los especuladores y delincuentes económicos y narcos que viven en su propio barrio privado, o que asegura la definición central de los delitos de lesa humanidad. Por eso aparecieron ahora como asesores y juristas de Massa, toda la runfla de abogados defensores de los genocidas y el grupo de ex funcionarios de los varios gobiernos (dictadura, Menem y Alianza) del genocida económico Domingo Felipe Cavallo.
Con su discurso punitivo pretende asegurar la primacía de los sectores sociales que ganan mucho sosteniendo un sistema de complicidades mafiosas entre gobernantes, jueces, narcos y policías que garantizan un negocio muy rentable, cuyo costo es la permanente criminalización de la pobreza y de la juventud de nuestros barrios, utilizadas por las redes narcos o asesinada y violentada todo el tiempo en cárceles y comisarías. Nuestro sistema penal y de control social del delito es una clara continuidad de la dictadura. Se han hecho importantes reformas en las fuerzas de seguridad nacionales, pero todos los intentos de reformar las policías provinciales y la federal, de lograr sujetarlas a las garantías de la Constitución en materia de Derechos Humanos, han fracasado. Hubo momentos de avances, pero hoy estamos en retroceso en esta cuestión tan grave. Así fue en varias provincias y en la nuestra tenemos ejemplos claros y cotidianos de este retroceso: luego de un año de permanentes fugas de los penales, propiciados por la policía que los controla y los asegura como verdaderos infiernos sociales, llegó, como en varias provincias, el momento de la extorsión policial, donde demostraron que son OTRA CORPORACIÓN QUE HAY QUE COMBATIR Y DERROTAR: lograron una suba salarial inusitada, comprometiendo la sutentabilidad de los recursos provinciales y disparando un conflicto difícil de resolver con los trabajadores estatales. Pero además se aseguraron los privilegios de impunidad que tienen por los crímenes que cometen a favor de los sectores dominantes de nuestra sociedad, en las redes de explotación laboral, sexual y narcotráfico, así como los delitos cometidos por el gatillo fácil o la brutalidad policial tanto en barrios, como en comisarías o penales.
Hoy reafirmamos nuestro compromiso con la Verdad, la Memoria y la Justicia para que los juicios a los criminales de la dictadura continúen y se profundicen todo lo necesario. En este sentido celebramos los tres juicios que tuvimos en Neuquén y la señalización de la Escuelita como Centro Clandestino de Detención que se hace este 24 de marzo, así como el señalamiento de la comisaría 4º de Cipolletti y de la Federal en Viedma, realizados hace poco. Destacamos las condenas, aunque insuficientes, a los policías que actuaron en Cipolletti, a pesar de la campaña del hegemónico diario Río Negro en su favor.
También aseguramos que la lucha contra las Corporaciones para profundizar y asegurar la Democracia hoy tiene un capítulo importante donde hay que enfrentar a los formadores de precios, a los explotadores de nuestra clase obrera, al sistema punitivo policial- político- judicial que criminaliza la pobreza y garantiza impunidad para los poderosos que pretenden hacernos volver al pasado, cuando eran más felices con este pueblo sumergido.
Profundizar la Democracia hoy es Más Memoria, Verdad y Justicia. Profundizar la Democracia hoy es combatir a las Corporaciones. Por eso queremos que nuestros gobiernos enfrenten a las corporaciones.
CTA Río Negro.
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